El amargo sabor de la gratificación inmediata
Si la crianza fuera una receta seguro se cocinaría a fuego lento, y los ingredientes diferenciales serían la paciencia, la empatía y la autoconciencia, partiendo del supuesto de que el amor y las ganas, al fin y al cabo, todos los ponemos. Esto choca con nuestra hambre de resultados que grita para saciarse de inmediato.
Vivimos en una sociedad en la que las soluciones rápidas y los resultados instantáneos son la norma. Desde pedir a domicilio y recibirlo en minutos hasta obtener respuestas en cuestión de segundos con un simple clic, vivimos inmersos en una cultura que nos «mima» (o quizás nos malcría) con la gratificación inmediata. Sin embargo, hay un ámbito donde esta cultura choca frontalmente con nuestra vida: la crianza. Allí las cosas son de otro precio.
En esta primera parte, exploraremos cómo enfrentamos el desafío de la gratificación inmediata en la crianza, cómo este nos lleva a cuestionarnos como padres y, de dónde viene esa necesidad. Posteriormente, en la segunda parte, hablaremos de cómo podemos aprender a adoptar una mentalidad de «crianza a fuego lento». Asegúrate de seguirme en mis redes sociales para recibir las notificaciones del segundo artículo.
El culto a la comida rápida vs la crianza a fuego lento
Imagina esto: cuando tienes hambre, simplemente pides un domicilio y en minutos, estás disfrutando de una deliciosa comida. El esfuerzo es mínimo y la gratificación es grande y rápida. Pero cuando se trata de la crianza, la gratificación instantánea no siempre es posible. Deseamos que nuestros hijos aprendan rápidamente, obedezcan al instante y se adapten sin demora, como si sus conductas, respuestas y aprendizajes académicos y su control emocional, pudieran ser entregados en nuestra puerta como un pedido. Anhelamos que nuestros esfuerzos como padres se traduzcan en resultados palpables de inmediato, y cuando eso no sucede, puede ser profundamente frustrante. Si llevas un tiempo en esto de ser padre o madre, ya te habrás dado cuenta de que eso casi nunca pasa.
Es ahí cuando vemos los asteriscos en letra menuda en la receta de crianza: a los demás desafíos del proceso le sumamos el de tener que aprender a esperar en un mundo de inmediatez. Y por supuesto, viene con los vacíos usuales, sin precisión alguna de cómo hacerlo. Es como cuando te dicen «añade sal al gusto», que en realidad significa «tu gusto podría no coincidir con la cantidad perfecta para que salga bien». Seguro que ya estás familiarizado con este escenario; una vez más, nos encontramos solos en esto.
Es natural que queramos que nuestros hijos evolucionen rápidamente. En un mundo donde podemos satisfacer nuestras necesidades y deseos con solo tocar una pantalla, lidiar con la lentitud de la crianza (¡y con la ironía de que crecen tan rápido!) puede ser doloroso. Sentimos que todo, excepto nuestros hijos, funciona con un solo clic. Queremos que aprendan y maduren a la misma velocidad con la que nos entregan un pedido de hamburguesa. Pero aquí es donde una dura realidad nos golpea : el desarrollo de los niños es un proceso lento y constante, del tipo que no puede apresurarse como un pedido en Rappi.
Y de postre… Soufflé de culpa con confianza craquelada
Este desafío de la gratificación inmediata en la crianza puede desencadenar una lucha interna. Nos encontramos lidiando con nuestros propios demonios de impaciencia y ansiedad. Pasamos nuestro tiempo preguntándonos internamente «¿Por qué no puede aprender esto de una vez?» o «¿Por qué le sigue costando tanto, si es tan sencillo?». Estas preguntas son solo un reflejo de nuestra incapacidad para reconciliar nuestra mentalidad de resultados inmediatos con la realidad de la crianza. La frustración y el desborde emocional sin duda acompañarán al proceso, llenándonos de cortisol y, de esta manera, impidiendo que nuestro cerebro recupere la paz que necesita para enfrentarlo con paciencia y perseverancia. Y así, nos sumergimos en un ciclo de insatisfacción donde la culpa, como algo habitual, se convierte en la guarnición no opcional de este plato.
Y es que cuando nuestros deseos de resultados inmediatos en la crianza no se cumplen, la carga emocional es abrumadora. Nos enfrentamos a dudas sobre nuestro desempeño como padres: «¿Estoy haciendo algo mal?» o «¿Soy una mala madre/padre?». La frustración se mezcla con la culpa, generando una amalgama emocional que puede afectar nuestra autoestima y nuestro enfoque en la crianza. La necesidad de ver resultados rápidos puede poner en tela de juicio nuestra autoconfianza y hacernos sentir como si estuviéramos fallando.
Pero aquí está el consuelo y la esperanza: no estás solo en esta travesía. Las dudas y la carga emocional son una parte natural de la crianza. Sin embargo, es fundamental recordar que, aunque los resultados no siempre sean instantáneos, estás haciendo un trabajo excepcional como padre o madre. La crianza no se trata de obtener respuestas rápidas, sino de construir una base sólida para el crecimiento y el desarrollo de nuestros hijos a largo plazo. La receta puede ser desafiante, pero cada ingrediente que añades será parte esencial de esa composición del plato final donde ellos serán adultos capaces y felices.
La trampa de «La Receta de la Abuela»
En el mundo culinario, la receta de la abuela puede parecer un tesoro inestimable, un vínculo con las raíces y una garantía de sabor auténtico. Sin embargo, cuando hablamos de crianza, «copiar la receta de la abuela» puede hacernos caer en una trampa.
Fuimos criados en una era de obediencia inmediata y consecuencias temibles, con modelos parentales basados en el autoritarismo y el miedo. Pero, al igual que en la cocina, donde la innovación culinaria puede llevarnos a nuevos sabores y texturas, en la crianza también es vital cuestionar si la «receta de la abuela» se ajusta a las necesidades cambiantes de nuestros hijos y del mundo en el que crecen.
Como padres de hoy, nos esforzamos por romper con el molde autoritario y fomentar un ambiente de respeto mutuo y conexión emocional. Sin embargo, aún caemos en la trampa de esperar que nuestros hijos respondan de inmediato a nuestras instrucciones y expectativas, como si estuviéramos siguiendo la vieja «receta de la abuela». Olvidamos que la forma en que se cocinó nuestra infancia pudo haber dejado una marca indeleble en nosotros, haciendo que el impulso de querer que nuestros hijos obedezcan sin cuestionar nos guíe inconscientemente, aunque conscientemente deseemos algo diferente.
Si deseamos que nuestros hijos crezcan en un entorno donde el aprendizaje y el crecimiento sean naturales, basados en el respeto y una adecuada gestión emocional en lugar del miedo, debemos revolucionar nuestra propia cocina parental. Esto significa desafiar las nociones preconcebidas sobre cómo debe ser la crianza y redefinir nuestros roles como padres. En lugar de aplicar una fórmula rígida, debemos aprender a ser cocineros creativos, adaptándonos a las necesidades individuales de cada hijo y fomentando un espacio donde puedan desarrollar sus habilidades, explorar sus curiosidades y expresar sus emociones a su ritmo.
El camino hacia la crianza a fuego lento implica un cambio de perspectiva y la práctica constante de la paciencia y la comprensión. Al reconocer cómo las influencias de nuestro pasado pueden afectar nuestra forma de criar, comenzamos a trazar una nueva ruta para nosotros y nuestros hijos.
En resumen…
En esta primera parte, hemos explorado cómo nuestra cultura de gratificación inmediata choca con la crianza, generando una lucha interna y fuertes desafíos emocionales. Identificar estos desafíos es el primer paso para abrazar una mentalidad de «crianza a fuego lento». Reconocer que nuestras reacciones se derivan de nuestras propias experiencias y expectativas nos permite liberarnos del peso de la culpa y el juicio. En la segunda parte, exploraremos estrategias concretas que nos ayudarán a cambiar la receta, rompiendo con los patrones del pasado y abrazando una mentalidad que promueva el crecimiento y la comprensión mutua.
Si quieres leer más sobre mis aproximaciones a la crianza como mamá y coach de familias visita los otros artículos de mi blog y déjame tus comentarios